
El pasado 24 de enero, con motivo del Octavario de oración por la Unidad de los Cristianos, tuvimos el gozo de vivir en nuestra parroquia un encuentro con la comunidad ortodoxa- rumana de Castelldefels. Pudimos escuchar al Rvdo. Padre Stefan Seman, párroco de la recién creada parroquia ortodoxa- rumana de San Jorge de Castelldefels, y conocer un poco mejor la presencia rumana en nuestra ciudad. Se calculan unos 1.700 ciudadanos rumanos en Castelldefels, y ahora podrán ser atendidos por un pastor propio. Una vez concluida la presentación y saludos, nos pusimos en presencia de Dios y entonamos nuestra oración conjunta. Oración de perdón por los pecados históricos y actuales de división. Escuchamos el Evangelio donde de nuevo el Señor nos urgía a la unidad y encomendamos a nuestros respectivos fieles a la fidelidad y a la perseverancia. Un canto final de tradición rumana a la Santísima Virgen dio una unción especial recordándonos que donde hay Madre, los hermanos es más fácil que estén unidos.
Desde el obispado de Sant Feliu están elaborando un posible convenio de colaboración con la Iglesia Ortodoxa-Rumana. Intentaremos compartir un espacio estable con los cristianos ortodoxos para que, siendo totalmente compatible con nuestras celebraciones, ellos también puedan realizar las suyas. Este convenio será expuesto a la consideración y consulta de los Consejos parroquial y de economía, y de todo aquel que quiera hacernos llegar su opinión.
Esta feliz circunstancia nos tiene que abrir el deseo de suplicar, trabajar y hacer posible una unidad cada vez más perfecta entre los propios católicos. Poco a poco voy conociendo mejor nuestra preciosa parroquia. Algunos estáis aquí desde primera hora, haciendo equipo codo con codo con los diferentes sacerdotes que han pasado. Otros os habéis incorporado hace poco, o recién estáis llegando. Tenemos que dar gracias a Dios por tantas cosas buenas vividas. Tantas personas que aquí, gracias a la fe y al trabajo conjunto, se quieren y se reconocen como hermanos. A la vez hemos de estar muy vigilantes para que no se cuele el espíritu de división y de discordia, siempre a punto, por nuestra susceptibilidad u orgullo. Para esto no hay varitas mágicas, pero si algunas consignas elementales:
• En la parroquia el único protagonista es Jesucristo, los demás intentamos servir.
• Todos estamos llamados a construir en la parroquia —en sus cuatro iglesias— una verdadera familia donde nadie sea un extraño.
• Cualquier persona es bienvenida y no sobra nadie de los que ya están.
• Las heridas de la propia historia personal o comunitaria no pueden enquistarse eternamente. La humildad y el ofrecimiento del perdón han de ser nuestro remedio.
• Hay que mirar siempre al otro como un encargo especial que Jesucristo me ha hecho, sentirme responsable de él.
La Cuaresma que empezaremos este mes puede ser una oportunidad para conseguir de Dios el don de una unidad más perfecta en nuestra propia casa.
Mn. Juan Antonio Vargas