
¿Qué nos explica de usted?
Nací en Sitges, aunque mis padres eran de Cartagena. Cuando me casé, hace 52 años, me vine a vivir a Castelldefels y aquí han nacido mis dos hijos, mis tres nietos y aquí está mi vida. Castelldefels ha cambiado mucho desde que yo lo conocí, aquí siempre he estado bien hasta que llegó un momento en el que cambió mi vida y empecé a pasarlo muy mal.
¿Nos puede explicar qué le ocurrió?
Pasé de tener mucho trabajo, de estar muy ocupada, a quedarme sola. Mi marido falleció, y entonces me sentí hundida.
¿Cómo se sobrepuso a tan dura situación?
Un día que venía del cementerio vi que la puerta de Cáritas estaba abierta; no sé por qué, pero Dios guio mis pasos hacia allí. Yo soy un poco tímida, pero pensé que tenía que entrar; me dije que no tenía alicientes, que me sentía vacía y que igual allí podía hacer algo bueno que me ayudara a sentirme bien.
¿Y cómo fue ese primer contacto con Cáritas?
Cuando entré me recibió María Antonia. Le dije que me ofrecía por si necesitaban ayuda. María Antonia fue muy agradable, me cogió del hombro y, con mucho cariño, me enseñó las instalaciones, por eso la quiero mucho; después me preguntó en qué deseaba colaborar y cuándo podía empezar.
¿Cuál es su función en Cáritas?
Desde hace más de cuatro años ayudo en alimentación preparando las bolsas de los alimentos. Estoy deseando que llegue el miércoles para ir y, aunque tenga a mis nietos a comer, me organizo para no faltar nunca. Me siento muy feliz y querida, para mí Cáritas ha sido como una medicina cuando más hundida estaba. Yo ayudo, pero Cáritas me ha ayudado mucho más.
¿Alguna vez había pensado en realizar una labor como la que desempeña en Cáritas?
Creo que esto me viene de cuando era pequeña y el sacerdote de mi parroquia nos pedía colaboración a las niñas para hacer lotes destinados a la gente más pobre. Eran lotes que se hacían con productos que enviaban los americanos: queso, mantequilla y leche en polvo.
Como consecuencia de la pandemia, ¿qué cambios ha habido en Cáritas a la hora de hacer la entrega de los alimentos?
Durante los tres meses de confinamiento no pude colaborar por ser persona de riesgo, pero cuando regresé me di cuenta de que todo estaba muy bien organizado. Actualmente no tenemos tanto contacto con las personas. Las bolsas las preparamos utilizando guantes y mascarillas y no tenemos que ir llenando los carros como antes.
¿La sociedad es consciente de que Cáritas necesita ayuda para poder ayudar?
Hay personas que no saben todo lo que Cáritas ha de comprar para poder dar. Yo lo veo.
¿Colabora usted en alguna otra actividad de la Parroquia?
En Corpus ayudo a deshojar flores para luego hacer la alfombra. Me siento muy feliz con ello.
Nos despedimos de Carmen convencidos de que Dios guio sus pasos hasta la puerta abierta de Cáritas. Sus gestos y sus palabras están llenos de amor y agradecimiento.
Lola Martos