
El sacerdote y especialista en astronomía Mn. Joan M. Padrell estuvo con nosotros el 18 de octubre en el templo de Santa María en una nueva edición de los Domingos de la Parroquia. Nos habló de cómo la ciencia ha llegado a la conclusión de que la Tierra es un lugar idóneo, privilegiado y peculiar para que haya vida.
Al descubrirse la infinita inmensidad del universo y conocerse la existencia de miles de millones de galaxias, los años 60 y 70 del pasado siglo vivieron un gran optimismo que llevó a creer que habría vida en muchos planetas.
En las últimas décadas se ha visto confirmada la teoría del astrofísico y sacerdote belga Georges Lemaître, el cual, oponiéndose a Eisntein, afirmó que el universo se mueve, que las galaxias están en expansión y se alejan unas de otras, a partir de un momento inicial conocido popularmente como “Big Bang”.
Se ha podido constatar que sólo cuando se dan simultáneamente una gran variedad de elementos químicos en un planeta rocoso sólido, con presencia de agua líquida y atmósfera, así como de otras circunstancias físicas y químicas, puede darse la vida; y ello no es posible más que en muy contados planetas. Mn. Pedrell hizo una exposición muy clara de toda esta compleja realidad, para finalizar con la lectura de unos pasajes del libro de los Salmos en los que se exalta en alabanza de ese Universo y de esta Tierra, reflejo de la grandeza de Dios.