Manuel Elósegui forma parte del coro que cada domingo por la tarde nos deleita con sus cantos durante la celebración de la misa.

¿Qué nos puedes explicar de ti? Tengo 21 años, estoy estudiando el último curso de Derecho. Desde los cinco años he vivido en Begues. Me encanta jugar al tenis, la montaña, viajar y, por supuesto, tocar la guitarra y cantar en mis ratos libres.
¿Cuál es tu vinculación con la parroquia de Castelldefels? Llegué a Castelledefels a través de Mn. Juan Antonio y de Mn. Samuel, ellos estuvieron en la parroquia de Begues y cuando fueron destinados a Castelldefels decidí visitarles, fue entonces cuando me invitaron a la misa de los domingos por la tarde y a formar parte del coro que se estaba formando.
¿Tú también dices como san Agustín que «quien canta bien reza dos veces»? Sin duda alguna. Sin caer en el sentimentalismo, porque la fe requiere saber encontrar al Señor en la intimidad y en el silencio, sí que ayuda muchísimo, sobre todo a la hora de acercar a la oración a personas que quizá no tienen una relación muy intensa con Dios. Personalmente, me encanta tocar y cantar para el Señor.
Las misas del domingo por la tarde cuentan con la presencia de muchos jóvenes,¿la música puede tener algo que ver? Es importante tener en las parroquias un coro que introduzca canciones conocidas por los jóvenes, temas que incluso tienen en su lista de Spotify. Las canciones acercan a los jóvenes a misa porque hablan en un lenguaje que ellos entienden y así se crea una relación entre la vida dentro y fuera de la iglesia a través de esta música.
Tú también eres muy joven, ¿cómo llegó Dios a tu vida? Vengo de una familia no religiosa en la que había total ausencia de Dios. Cuando empecé la ESO mis padres me cambiaron de la escuela pública al colegio religioso San Luis de Begues, donde comencé a cursar la asignatura de Religión. En un primer momento me fascinó la figura de Jesús. De forma paralela conocí a personas que llevaban una vida de fe y a las que yo veía como un modelo a seguir, no por tener todo el día en la boca a Jesús, sino por su manera de vivir. A partir de ahí empecé a leer los Evangelios. En cuarto de la ESO me bauticé, hice la comunión y la confirmación. A los dieciséis años era un chico al que no le faltaba de nada, aparentemente feliz, pero me di cuenta de que no había nada en mi interior que me estuviera dando la felicidad, sino que eran simplemente estímulos externos. Un día descubrí la oración y el regalo de la fe leyendo la Carta a los Romanos.
¿En qué ha cambiado tu vida desde que se produjo tu conversión? Mi madre me dice que he mejorado a nivel personal. Yo solo sé que el Señor me ha salvado de la nada que es vivir el día a día quemando etapas y esperando a ver cuál será la siguiente. Tal y como me dijo una vez un sacerdote, Dios me ha salvado de mí mismo, del vivir para mí, para poder vivir para los demás y para Dios.
¿Es hoy la música el camino a través del cual sirves a Dios y a los hermanos? Sí, uno de ellos. Cuando Mn. Juan Antonio llegó de párroco a Begues, montamos un coro y para mí fue muy importante. Implicarme en la parroquia me ayudó a educarme sobre qué es la fe, me ayudó a incorporar en mi vida la lectura diaria del Evangelio, la oración, la Eucaristía, la confesión… El momento en que pasé de creer en Dios a vivir, vivir con mayúsculas, es el momento en que apareció la comunidad y con ella ese acompañamiento y esa implicación de saber que somos todos hermanos y que la Iglesia tiene que ir en una dirección, cada uno desde el rol que Dios le ha dado.