Juan Eusebio acostumbra a colaborar desde hace tiempo en la parroquia. En el mes de septiembre ingresó en el Seminario, respondiendo así a la vocación sacerdotal que desde hace años lo acompaña.
¿Qué nos puedes contar sobre ti? Soy una persona sencilla, alegre, expresiva. Me he hecho a mí mismo, prácticamente he luchado solo en la vida. Nací en Venezuela, de padres andaluces, pero casados en Barcelona. Estudié derecho, no obstante me di cuenta de que esa profesión no me hacía feliz. Desde hace cuatro años vivo en Castelldefels y aquí me siento muy dichoso.
¿Cómo surge tu vinculación con la parroquia de Castelldefels? Cuando llegué a Castelldefels conocí a Mn. Sobrevia y al resto de sacerdotes, los cuales me acogieron muy bien. Espiritualmente me dejé llevar de la mano del mosén. Gracias a él pude hacer un segundo discernimiento de mi vocación y conocer a gente de la parroquia con la que cada día me llevo mejor. Castelldefels es un pueblo con alma cristiana.
En medio de la actual crisis de vocaciones, la tuya es un regalo. ¿Cuándo y cómo sentiste que Dios te llamaba al sacerdocio? El regalo ha sido para mí, agradezco especialmente la acogida de los sacerdotes de la parroquia y la dirección espiritual, tanto de Mn. Xavier Sobrevia como de Mn. Juan Antonio Vargas. Más que crisis vocacional creo que hay un desconocimiento de qué es una vocación, qué es un sacerdote, incluso de qué es el cristianismo.
Respecto a la llamada al sacerdocio, lo mío ha sido una historia de salvación. Desde pequeño tuve ese gran deseo de conocer a Dios, de buscarlo… El hombre está llamado a la trascendencia, Dios te llama porque te falta Dios, Él siempre ha estado presente en mi vida y se ha convertido en una forma de vivir para mí.
Esa llamada ha de ser muy intensa cuando uno se plantea abandonarlo todo para convertirse en sacerdote. ¿Qué te atrae del sacerdocio? La vocación de servicio al prójimo, la alegría de vivir en Cristo abandonándome en Él y sintiéndome lleno y feliz por ello. Seguir a Jesús es una forma de vida.
En una sociedad secularizada, como la nuestra, no es lo más habitual entrar en el Seminario. Más que de una sociedad secularizada, yo hablaría de una sociedad que se rige por la inmediatez y la inmanencia. Una sociedad en la que la espiritualidad se ha dejado de lado, dando por hecho que no existe lo trascendental, y ese es uno de los principales problemas de hoy. El futuro de nuestros jóvenes no pasa solo por lo material, y eso es algo que tenemos que replantearnos.
¿Qué te sientes llamado a aportar a la Iglesia y al mundo de hoy? Seny, por la edad, y apertura para que más gente conozca la importancia de la comunidad, de la vida parroquial y de la Eucaristía.
La tuya es una vocación madura, ¿en qué sentido crees que te puede ayudar o perjudicar en el ejercicio del ministerio? Físicamente, la edad supone unas limitaciones, pero Jesús entre sus apóstoles no escogió solo a los más jóvenes. Hoy también ha de haber variedad. Se necesitan pastores con diferentes cualidades y experiencias de vida para atender los diferentes problemas que puede haber en una parroquia.
Juan Eusebio, gracias por decirle sí al Señor.
Lola Martos