Juan y Lola son un matrimonio de la parroquia que cada verano, desde hace algunos años, realizan un tramo del Camino de Santiago
¿Cómo surgió la idea de realizar cada verano un tramo del Camino de Santiago?
Hacía tiempo que nos rondaba la idea de iniciarlo, por fin nos decidimos en el verano de 2018, empezamos en Roncesvalles y acabamos en Burgos. El verano pasado llegamos a Santiago de Compostela y finalizamos en Finisterre. Siempre lo hemos hecho solos, pero este año hemos reunido a toda la familia y seremos once haciendo el camino portugués.
¿Qué ha significado para vosotros esta experiencia, tanto a nivel humano como espiritual?
La primera vez que peregrinamos lo hicimos movidos por el deseo de conocer nuevos lugares, de amanecer cada día en un sitio, de hacer senderismo…, pero enseguida descubrimos el verdadero sentido del Camino. Empezar a caminar cada día de madrugada asistiendo al despertar de la naturaleza es algo indescriptible. Tenemos la costumbre de iniciar la jornada rezando juntos el rosario, y la verdad es que es todo un lujo hacerlo acompañados de los cantos de los pájaros, del sonido de los árboles o del frío de las primeras horas del día. El Camino nos ha permitido un encuentro diario con Dios y con nosotros mismos. A lo largo de los muchos kilómetros de cada día tenemos bastantes momentos de conversación pero otros son de silencio, ambos sabemos que esos momentos están llenos del Señor, cada día nos sentimos acompañados por Él.
¿Alguna anécdota que os haya marcado especialmente y que os guste recordar?
Hay muchas anécdotas, pero en especial recordamos una. Fue hace dos veranos, caminábamos por tierras castellanas, continuamente nos cruzábamos con un muchacho que también rezaba el rosario, pero que nos llamó la atención por llevar un gran tatuaje en su pantorrilla derecha. Por la tarde, en la Misa del Peregrino, tuvimos la gran sorpresa de ver al muchacho del tatuaje concelebrando con el sacerdote del lugar, se trataba del padre David.
En el Camino de Santiago, como en la vida, hay momentos de todo, también de dificultad. ¿Cómo se superan las adversidades?
Yendo de la mano, estando más pendiente del otro que de uno mismo, ofreciéndole al Señor los momentos duros y pidiéndole un empujoncito cuando el camino es muy abrupto. En nuestro primer camino estuvimos a punto de abandonar al tercer día, ambos teníamos fuertes dolores en las piernas, pero un peregrino nos animó a no hacerlo, gracias a él continuamos e hicimos siete días más.
Caminar juntos como matrimonio tras las huellas del apóstol, ¿os ha unido más?
La vida matrimonial ya es caminar uno al lado del otro, pero hacerlo tras las huellas del apóstol nos ha permitido darnos cuenta aún más de lo mucho que nos necesitamos. El Camino de Santiago está lleno de tramos suaves, de repechos duros, de días de sol intenso y otros de lluvia, de momentos de flaqueza en los que parece que las piernas ya no responden, pero todo ello es llevadero porque estamos juntos, porque así lo decidimos el día que nos dimos el sí ante el Señor. Cada jornada termina con la Misa del Peregrino, ahí nos reunimos todos los que queremos dar gracias a Dios por la etapa realizada y recibir la bendición del sacerdote.
Ultreia. Buen Camino.
Mn. Samuel